sábado, 23 de marzo de 2013

Sólo te define lo que haces


Diógenes fue un filósofo griego, hijo de un banquero, que fue exiliado de su ciudad natal por falsificar monedas. Vivía solo y en total austeridad para liberarse de sus deseos y reducir al máximo sus necesidades, despreciando toda riqueza y poder. Su única propiedad era la tinaja donde vivía, que empujaba rodando a cualquier lugar. Cuentan que un día, el rey Alejandro Magno le ofreció lo que quisiera y él contesto: “tan solo que te apartes porque me tapas el sol.”; y que en otra ocasión, Alejandro Magno encontró al filósofo mirando atentamente una pila de huesos humanos, y Diógenes le dijo: “Estoy buscando los huesos de tu padre pero no puedo distinguirlos de los de un esclavo”.
Inspirado en este personaje y en Matthieu Ricard, monje budista considerado el hombre más feliz del mundo y que hace especial énfasis en el desapego material, escribo hoy esta entrada.Con sencillez y desapego, no me refiero a que vivamos todos como Diógenes o Matthieu Ricard, pero sí a que consideremos la posibilidad de vivir con menos de forma voluntaria.
Probablemente, esto hará que tengamos una vida más fácil y relajada, con menos estrés y preocupaciones, con más tiempo disponible, libertad y agilidad; al igual que no es lo mismo subir unas escaleras cargado con las bolsas de la compra, que sin ellas.
Las cosas materiales acaban desviando la atención de lo importante; por ejemplo cuando estás en la playa y tienes algo de valor contigo, no te queda otra que estar pendiente de eso, más que de darte un refrescante baño o un cálido paseo por la orilla, que es para lo que estas allí, teniendo que llevarlo en la mano en todo momento o mirando cada cinco minutos a la toalla.
El poder vivir con menos cosas, te hará ser más generoso y desprendido, y a su vez que los que te rodean lo sean contigo, se preocuparán por ti y así nunca necesitarás nada, como dice Jodorowski: “Todo lo que das, te lo das, y lo que no das, te lo quitas”.
Hasta la tecnología nos está ayudando a tener muchas menos cosas, con los discos duros, la nube, el spotify, ebooks, etc… quién necesita tener la casa llena de libros, cd’s, películas, etc. También esta ayudando el claro cambio de conducta en el consumo actual, orientándose más a compartir el uso de las cosas que a su tradicional sentido de propiedad en exclusiva.
Por otro lado, el exceso de apego por las cosas te hace pensar que sin ellas no serías feliz y siempre genera celo y desconfianza, cuando mucha gente ha pasado sin ellas perfectamente.Como la eterna insatisfacción del que se apega a estereotipos socio económicos  que sólo son símbolos creados y una vez que los consigue los normaliza y pierden valor, persiguiendo de nuevo unos más ambiciosos como bien explica Alain De Botton en su libro “Estado de ansiedad: La ansiedad por el estatus”. Esto no significa que no debas ponerte metas y objetivos, pero sin obsesionarte los resultados: siempre ha sido más importante el camino que el destino.
En las relaciones de afecto, el desapego también es importante. No quiere decir que tengas que ser frío, distante o te muestres indeferente, pero sí permitir espacio e independencia a las otras personas, y a ti mismo.Incluso un fuerte apego a ciertas costumbres o creencias te harán ser, sin duda, más inflexible y predecible y menos creativo y objetivo, condicionándolo todo.
Recuerda que no te define lo que tienes, ni lo que pareces, los prejuicios generan perjuicios, y a menudo son erróneos. Tampoco te define lo que piensas, ni lo que dices, lo que realmente te define es lo que haces y como te comportas con los demás, eso habla por si sólo.





Gracias por leerme,Patricia
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